'El Verbo'
Si algo tienen de bueno las tres décadas vividas (se constata de esta manera la existencia de un período de aproximadamente 4-5 meses posteriores al cumpleaños en el que uno busca de manera desesperada algo positivo en hacerse viejo) es que he podido ver como las ansias de veneración humana transitan por diversos objetos/sujetos/panfletos.
He visto como de adorar los labios con botox hemos pasado a vanagloriar el caudal y color de las melenas, como la moda viajaba del baloncesto al pádel y del pádel al running, de la Rivera Maya al sudeste asiático y del danacol al gluten free. Y así llegamos, con o sin gluten, a la era de la cocina.
Hedonismo estomacal,
Oda a la sartén, reverencia a la hornalla.
Todo pasa por la cocina. Las parrillas televisivas rebalsan, y no me refiero al chistoso de Arguiñano haciendo marmitako de bonito a las 12 del mediodía; la cara del cocinero de moda ilustra la publicidad de gas natural!
Todo es receta, degustación y digestión.
Yo, evidentemente, no cocino. No disfruto cortando cebolla ni revolviendo la salsa, no me relaja en absoluto esperar 45 minutos el pollo en el horno y además de todo eso, le tengo un especial cariño a las latas. A pesar de esto, de a ratos, creo que la marea culinaria me alcanzó mientras tomaba sol en la orilla.
Insípida. Sin sal, sin pimienta y con poco aceite. Hay días que amanezco así. Ese vacío existencial que me llena aquellas mañanas en las que, sin salir de la cama, adivino el viento a través de la ventana.
Las tardes de regreso a casa me observo chirla, sin cuajar, cruda por dentro. Inmadura? O demasiado dura?
Y algunas noches, cuando me vuelvo a acostar y el viento sigue charlando con mi ventana, huelo a arrebatada, como una pizza que pretende presumir de queso derretido y termina padeciendo una base negra dura como piedra.
Si, pueden ser los 31, o el invierno pero llevo fatal el arte culinario. Siempre me costó entender las recetas, nunca distinguí cuanto es “una pizca”, la diferencia entre macerar y marinar o entre escaldar y escalfar, incluso hay palabras de las que aun he conseguido saber su significado, tómese como ejemplo: rustidera , cerner y napar.
Claro, soy la típica mujer que (dados casos extremos tipo cumpleaños, aniversarios- ajenos-, o despedidas-propias-) se saltea (a consciencia) el paso de tamizar la harina. Me auto convenzo de la inutilidad de dicha acción argumentando que no hacerlo no debería resultar perjudicial. Tan blanca, tan suave, la harina no parece una amenaza y todo el trabajo del colador es tan tedioso que la mayoría de las veces decido obviar ese paso. Tamizar es como cambiar el rollo de papel del baño, buscar las llaves en el bolso o colgar la ropa, un paréntesis donde toda tu vida se te cae encima.
Pero los grumos son los peores enemigos de las tartas y sí, se pueden evitar.
El verbo reservar me genera cierta disputa moral. Quien soy yo para “salpimentar y reservar 30 minutos”?. No debería consultarle si desea ser reservado/a? Reservar es casi como incautar, casi como secuestrar, casi como decir “esperame ahí”. Mientras reservo, puedo seguir con otra cosa?, la línea entre reservar y abandonar esta en 30 minutitos?
Me tomo con precaución la reserva y me niego a la reducción. La argumentación gastronómica otorga a esta técnica la finalidad de que la salsa o caldo posea un sabor más concentrado y logre "cuerpo", yo creo que reducir es quitar. Quitar propiedades, cualidades, valor. Reducir es no tener espacio para la magia, es perder hasta desaparecer. Lo peligroso es el título “reducción de balsámico”, “reducción de Pedro Ximénez”, “reducción de vino tinto”… parece tentador, uno se entrega, se dispone a la elaboración con cierta curiosidad atrevida, tan atrevida como inocente, pero lo cierto es que reducir es reducir, aunque haya una copa de por medio.
No domino la teoría culinaria pero soy muy obediente en la práctica. Lo que vendría siendo la acción y posterior ( o permanente) degustación.
Amaso, dejo levar y vuelvo a amasar. Todo lo que tendría que hacer y no hice, hoy, en la semana y en la vida. A veces amaso demasiado. Una vez escuché que los panes para sándwich funcionan mejor con algo más de amasado, pero parece que eso tiene que ver con la necesidad de mezclar bien los ingredientes, que es más dificultosa con menor cantidad de agua, pero para el pan rústico es mejor emplear masas más húmedas y realizar un amasado muy ligero, para proteger los pequeños compartimentos de gas de la fermentación de las levaduras.
O sea, todo depende el tipo de pan que quiera conseguir, cosa que debería saber antes de comenzar con la elaboración, cosa absolutamente complicada.
Nunca uso el mismo cuchillo para la carne y el pescado y no cocino hidratos por la noche, ni amores en verano. Procuro no cortar la cadena de frio, no conservo relaciones a distancia (ni a corta, ni a media, ni a larga). Rehogo y horneo para evitar el frito y las grasas, que producen placer en el momento pero (como todos sabemos) a largo plazo resultan tremendamente perjudiciales para el corazón.
Debo admitir que cumplo esta recomendación solo cuando estoy en casa. No es fácil vivir a huevo poché sabiendo lo que es un huevo frito. Es en aquellos momentos en los que me regalo “comer fuera” y dejo que sean otros quienes estén en la cocina, para entregarme, sin culpa y con calma, al placer efímero y a todo lo efímero alto en colesterol.
Porque incluso los alumnos más obedientes deben experimentar eso saltarse las reglas alguna vez. Alguna vez.
Muy de vez en cuando. Porque cuando uno se pasa de hedonista las consecuencias pueden ser irreversibles.
En el final de todo está la digestión. A mi hay cosas que me cuesta digerir. Que se repiten durante todo el día, como recordándote, como advirtiéndote. Ají, pimiento, ajo y cebolla crudos. Justamente aquellos ingredientes prescindibles, ausentes en la canasta básica, pero que cuando hacen acto de presencia le dan un punto de distinción al plato. Es por esa razón que, a sabiendas de lo difíciles que serán las horas venideras, consumo, consumo con sumo gusto.
Porque no sé, ni me gusta cocinar, pero comer, comer bien, me encanta.
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miércoles, 23 de marzo de 2016
Todo es receta, degustación y digestión.
Hedonismo estomacal,
Oda a la sartén, reverencia a la hornalla.
- Dominique Rosseau
DIARIO DE
UNA COCINERA
DE PRIMERA
'La Portia'
La numerología asigna a Portia el número 7 teniendo su propio significado especifico, o el que “vos querás darle” YKWIM. Según la etimiología de las palabras, se presenta como una mujer independiente, también fue vino de roble añejo alguna vez, sosteniendo siempre que la libertad es un mero termino de enemistad de cualquier obligación. Indisciplicada, atraída por el desconocimiento a menudo se desconcentra, nunca le gusta pensar en las consecuencias, tampoco le gusta sentarse a observar el tiempo derretirse en sus manos sin formar parte de su existencia. Viajar, compartir, ser, estar, conocer, es la equivalencia de su vida, de sus impulsos naturales.
P... P de Paz, P de Pronunciar, P de Pasión, P de Pachi, P de Presentar, P de Pepe con infinidad de nombres universales, hipocorísticos tales como José, Joseph… Phili-P, aunque simbolice Felipe, me traslada a Filipinas, Philippines, a Philadelphia, a la madre de la sincronía entre sinapsis imprevistas, serendipias, simbiosis mentales entre neuronas de otras naciones, Filipinas, Argentina, España, no importa de donde vengan, palabras, sentimientos, argumentos, sentidos, historias, melodías y alimentos improvisados. Paz era Argentina, Cyan era Fipilinas y Verbo era España. Proyectos en el aire, emoción y 68 minutos, 68 minutos de libertad entre bailar y cenar.
Paz presentó Verbo a Cyan en una humilde morada, cálida y llena de amistad, vino, variado, también vino con su guitarra, con Puchos y un 7 en la Portal. Trascurrieron las horas y no dejaban de aparecer signos, como la personificación del azul en Cyan por Verbo. Inspiración en cada parrilla, en cada palabra, en cada pulso de mi corazón desde el momento que me pregunto ¿Por qué conformarse con lo que tenemos, si puede ser mucho mejor añadiendo un poco de especias e inspiración?. Cyan es Pepe, es Philippines, es Phili, es Paz… Verbo soy YO.
-- Idoipe J. Odyssey
¿Por qué conformarse con lo que tenemos, si puede ser mucho mejor añadiendo un poco de especias e inspiración?
- Idoipe J. Odyssey
NOTA DE PIE:
El otro día inventamos comidas ☺ huevos rellenos con guacamole - I.J.O.
23 de enero de 2016
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